ETERNIDAD
Continúan repitiéndose las palabras del doctor en mi cabeza.
— ¡lo siento señorita! Le quedan pocos días de vida.
No puedo creerlo aún, cuando más deseo vivir es cuando menos me dejan. Estoy en la cima laboral haciendo lo que siempre he querido, los problemas familiares han cesado y semanas atrás, en frente del altar, acepte vivir la vida a su lado.
Desvanezco en la esquina de una calle llorando, sintiendo desgarrarse cada uno de mis sueños, anhelos y metas. La gente al pasar me califica de loca, es fácil juzgar sin conocer. Nadie entendería lo que siento, mas reconforto en la libertad de mis lágrimas.
Son las cinco de la tarde, hora de regresar a casa, tomo el primer bus esperando llegar a él.
Respiro profundo para encontrar la calma, no quiero ser evidente y mostrar debilidad cuando lo vea. El celular vibra y contesto:
— Hola cariño —respondo alegre.
— ¿Dónde estás amor?
— A unos pasos de casa ¿y tú?
— Esperándote dentro, no tardes mucho.
Apago el dispositivo y abro la puerta, dejo a un lado la cartera, los zapatos y el abrigo buscando a Diego. Lo veo apoyarse en el balcón observando el atardecer, no se da cuenta de mi llegada, corro enseguida a su espalda y lo abrazo. Me observa, sabe que algo está mal y pregunta:
— ¿Cómo te fue cariño?
— Amor no estoy del todo bien —bajo la mirada—. Me toca despedirme de este mundo antes de lo que espere —las lágrimas brotan de mis ojos—. ¡Lo siento!
—¿es una broma verdad? ¡Dime que estás jugando! —Agarra de mis brazos y me abraza—.
— ¡no amor! Desearía que fuera una broma —presiono su espalda— ¡pero no!
Destrozados por la noticia, quedamos dormidos y agotados del sollozo. Abro los ojos él aún abraza mi vientre mientras duerme, lo miro con ternura y decido ir al escritorio, realizo una lista de tareas que me quedan por hacer, por ultimo cojo una hoja en blanco y escribo los versos de Becquer:
Amor:
Podría nublarse el sol
eternamente;
Podrá secarse en un
instante el mar;
Podrá romperse el eje de la
tierra
Como débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la
muerte
Cubrirme con su fúnebre
crespón;
Pero jamás en mi podrá
apagarse
La llama de tu amor
Es breve el tiempo que me
queda pero no quiero perder ni un minuto, he dejado la ventana abierta para
gozar del aire fresco, tengo los pies descalzos sintiendo el suelo, a veces
estas cosas son las que nos hacen sentir más vivos. El frió abraza mi espalda
desnuda en el cuarto solitario y oscuro, que alguna vez fue testigo de nuestros
deseos más profundos.
Cuando leas esto me abre
marchado, junto a nuestro creador. Amor soy la mujer más feliz del mundo,
agradezco a la vida por ponerte en mi camino.Has llenado de luz, paz y armonía
mi alma, has sumado valor a mi vida.
Son muchas las promesas que
hoy se apagan, pero la de amarte quedara viva en la eternidad. Este no es un
adiós, nos volveremos a encontrar. Pero ahora debes continuar, cumpliendo tus
metas, aventurarte por los caminos que faltaron conocer, disfrutar de cada
ocaso y amanecer.
Este episodio es una
lección más para amar la vida, vive, disfruta de tu libertad, como me has
enseñado, a vivir la mía.
Te ama eternamente.
Emiliana.
Guardo la carta en uno de los bolsillos de su traje negro, y regreso a la cama junto a mi amado sintiendo su calor abrigarme.
Comentarios
Publicar un comentario