LA VACA
RELATO
Un golpe imprescindible choca con en el
parabrisas desviando al automóvil de la carretera, veo borrosamente como el
conductor intenta frenar sin conseguirlo, vamos en dirección a unas montañas,
siento miedo y pánico por lo que cierro los ojos, el impacto es leve, pero
logra parar el coche.
Observo millones de pedazos de vidrio en mi
ropa y mis manos, empiezo a lagrimear, llamando a mamá desesperada. Ella
pregunta si estamos bien, mis hermanos asustados responden que sí, escucho
llorar enérgicamente al hijo de mi tía, que apenas tiene tres años, lo observo mientras
abraza a su madre, tiene un corte pequeño en la frente. Horas antes el reía en
sus brazos y ahora no.
Nadie esperaba este suceso, mucho menos papá
que desde muy temprano entró a nuestras habitaciones apurándonos para ir de
paseo a una comunidad lejana a orillas del lago. Salimos felices en el coche de
nuestro tío, que venía junto a su esposa y sus dos pequeños hijos. Pronto
llegamos a un maravilloso lago repleta de botes y canoas. Muchas personas
jugaban a los bordes, otros sentados en restaurantes elegantes, disfrutaban de
la comida. Sentí al lugar conocido, aunque nunca había estado allí, quizás en
sueños, pensé. Dejamos estacionado el coche y nos dirigimos en un barco explorando el
lugar y sus múltiples actividades. La familia entera traía una sonrisa en el
rostro, lo habíamos pasado también, pero ya era tarde, por lo que decidimos
marcharnos del lugar.
Enormes buques cargaban los vehículos al otro
lado de la costa, muchas personas se veían apuradas por regresar a su hogar.
Subimos junto al coche, al buque, me siento en uno de los bordes mientras
intento captar una fotografía del atardecer, las olas del lago son más grandes
a medida que vamos cruzando a la otra orilla.
El cielo se pinta oscuro cuando emprendemos el
regreso a casa, la carretera se ve desolada y apagada, pocas luces se observan.
Mi tío, el conductor, decide acelerar mientras conversa con mis padres de lo
hermoso que fue conocer esa comunidad, los escucho intentando calmar mis
emociones, un miedo desmedido me atrapa, sin dejarme respirar.
Quizás esas emociones de angustia y terror me
anticipan lo que ocurriría. Todos salimos ilesos tras ese golpe. Alguien
pregunta pero que pasó, que fue lo que choco contra nosotros. Mi tía tiene los
ojos rojos y llorosos, indicándonos que hay sangre en el parabrisas.
Todos salimos temblando del vehículo, averiguando
lo que paso, no tardamos mucho en ver la grotesca y espantosa imagen de una
vaca tendida en medio de la carretera, no había nadie más. Podía ser cierto
acaso, mis padres buscaban con la mirada al dueño del animal, pero todo se veía
vacío y silencioso. Que estaba pasando, el conductor afirma que no vio nada y
pide disculpas. Yo venía detrás, observando a través de la ventanilla, pero
nunca logré ver al animal.
Mi tío logra encender el coche, volvemos a
subir buscando un pueblo cercano, uno de los comunarios nos ve llegar y mis
tíos no tardan en contarle lo ocurrido, por lo que piden guardar al automóvil
abollado y nos ayuda. Salimos del pueblo en busca de una movilidad. Mi tía
sentada en el suelo busca dormir al pequeño que aun llora. Mamá y papá nos
abrazan, mientras susurran su agradecimiento a Dios, por cuidarnos.
Me siento paralizada, no puedo creer que este
pie en la carretera, imagino lo que pudo ser y no fue. Tengo un enorme nudo en
la garganta que aún me impide respirar, observo mis manos y toco mi corazón,
aún está latiendo. De camino a casa me doy cuenta del milagro que paso y rompo
en llanto agradeciendo a Dios por permitirme estar viva y junto a mi familia.
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